El Vía Crucis se realizó este año bajo el lema “Tu cruz y tu resurrección nos dan la vida” y la Avenida de Mayo se convirtió en un santuario de fe.Los feligreses marcharon a lo largo de la tradicional Avenida de Mayo encabezados por el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, monseñor Oscar Vicente Ojea, mientras el Arzobispo de Buenos Aires y Cardenal Primado de la Argentina, monseñor Jorge Bergoglio, se mezcló entre la multitud.
“La Semana Santa es una ocasión propicia para que gobernantes y gobernados reflexionen sobre la necesidad de estar unidos y con la fuerza que nos da la fe trabajar por la grandeza de nuestra Patria”, dijo a los periodistas el presidente de APTHGRA, Diputado Nacional Dante Camaño, quien participó de la procesión.
Por su parte Manuel Pérez Amigo, presidente de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo dijo que la manifestación de fe “sirve para orar juntos por la unidad de la familia Argentina con la esperanza de poder superar las dificultades que vive nuestro país” e instó a superar divisiones ”y “trabajar en conjunto por la grandeza de nuestra patria”.
Durante el recorrido, que concluyó frente a un altar erigido en la Plaza de Mayo, actores vocacionales recrearon las 14 estaciones del calvario de Jesucristo y desde altoparlantes se hicieron invocaciones destinadas a “madres que tienen hijos víctimas de violencia”, o “adictos al paco”, “por ancianos abandonados”, “por la situación inhumana de los presos” y “por los excluidos de la sociedad”.
Al frente de la manifestación de fe, una de las más importantes del catolicismo porteño, integrantes de la colectividad genovesa se turnaban para portar el Cristo de los Genoveses (de 125 kilogramos y totalmente recubierto en plata); detrás una carroza con el Cristo del Buen Amor, que, entre otros, llevaban el ex jugador de fútbol Héctor “Gringo” Scotta y el titular de APTHGRA, Dante Camaño.
Esa imagen de Jesucristo, una talla de poco más 1,80 metros realizada en cedro libanés por el artista español Luis Álvarez Duarte, es conocida también como el Cristo de los Futbolistas, pues fue donada a la Catedral Metropolitana por Scotta, Ricardo Daniel Bertoni y otros argentinos que –hacia finales de los ’70- jugaban en clubes de España.
Los feligreses también portaron la Cruz Penintencial (de 14 metros) y una carroza con una imagen de la Virgen Dolorosa (realizada por indígenas en 1780) que se venera en la Iglesia de El Salvador.
El recuerdo de la pasión y muerte de Jesús finalizó con palabras del cardenal Jorge Bergoglio quien dijo “porque Cristo murió y resucito por mí, por eso tengo esperanza”.
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